Eres tan cursi
hija
que no hay por dónde cogerte.
Hasta en febrero cuando estás desnuda eres cursi,
adornada de odas y vergeles no digamos.
Primavera,
más que cantarte te han hecho la viñeta ciertos poetas sin agua;
pero a pesar de todo te defiendo,
porque haces retoñar ese geranio,
que se me seca siempre en el invierno.
Gloria Fuertes ((Madrid, 28
de julio de 1917- Madrid ,27 de noviembre de 1998)
Lola J.C
Elkin escribió sobre ella:
Lesbiana (en la
sombra del franquismo), abiertamente feminista, de aspecto varonil y voz ronca,
fumadora empedernida, extravagante en su vestir y hacer, culta, intelectual,
ingeniosa y avanzada para su época. Así era Gloria Fuertes, la poeta —que
no poetisa— o “Mujer de verso en pecho” (como ella misma se
autodenominaba) autora de algunos de los poemas de amor y reivindicación social
y feminista más intensos, profundos y lúcidos de la España del siglo XX.
Más rara que un
perro verde: “la moderna” o “esa chica rara” así se referían a ella sus
propios compañeros, integrantes del innovador movimiento literario de la
posguerra llamado Postismo, en el que la propia Gloria fue
encasillada a pesar de su espíritu solitario y estilo libre.
Me siento sola y
una, como una sola luna
-por ser igual a
todas las mujeres y no parecerme a ninguna-,
me siento sola y
una en mi vacía cuna.
“Quiero ser la
madre de todos los niños del mundo”: Cuando la afable abuelita se comió a
la mujer apasionada.
Ni por su talante
rebelde e inconformista, ni por su personal y comprometida poesía adulta es por
lo que la mayoría la recuerda. Gloria Fuertes alcanzó la fama y pasó
por siempre al imaginario colectivo español por sus poemas infantiles y sus
entrañables lecturas en el programa televisivo Un globo, dos globos y tres
globos.
Una afable
“abuelita” que escribía sencillos y rotundos versos antibélicos para sus
pequeños lectores (Gloria era pacifista hasta la médula), condenada en
vida al estatus de poeta menor por los que desvalorizaban su estilo y
tildaban su humor de banal.
Mucho antes de que Martes y 13 (¿Quién se acuerda
de ellos?) parodiaban su faceta de poeta
de rima facilona, recuerdo difícil de borrar para todo aquel nacido antes de
los 90.
Los juguetes son
para jugar (de verdad)
No para Jugar a Matar (de mentira)
Las pistolas (ni de agua)
El revólver (ni de broma)
La escopeta (ni tocarla)
Los juguetes para todo
Y las armas para nada.
Una joven
que ataviada en pantalón y camisa recorría en moto largas distancias para
llevar la literatura a los pueblos. Está cerca de la mujer que amó con
intensidad la vida sin dejarse deslumbrar por ella.
En esta dicotomía
se encuentra la sustancia de una poeta inclasificable, diferente y especial
tanto en su forma de escribir como de sentir. Humor y sensibilidad no le
faltaron para hablar sobre temas tan sobrios como la guerra, el desamor o el
paso del tiempo. Si unos la recuerdan como la poeta de los niños nosotros la
reivindicamos como la poeta de los “diferentes”. (Para mí, genial)
Yo quisiera haber
sido delineante
o delirante. Safo sensitiva
y heme,
aquí
que soy una perdida
entre tanto mangante.
Lo digo para todo el que me lea,
quise ser capitán, sin arma alguna,
depositar mis versos en la luna
y un astronauta me pisó la idea.
***
Gloria Fuertes nació
en el seno de una familia humilde, su madre, costurera y sirviente; su padre,
portero y conserje.
La menor de nueve
hermanos, seis de los cuales mueren prematuramente, su infancia transcurre en
las bulliciosas calles cercanas a la antigua Plaza del Progreso, donde aprende
el lenguaje coloquial que la caracterizará. Era una niña alegre y extravertida
y desde pequeña quiso escribir, pero la falta de medios la lleva a trabajar
enviando cartas o contando huevos en una fábrica.
Su madre la
matricula en el Instituto de Educación Profesional de la Mujer, donde recibió
la formación que entonces se consideraba necesaria para una futura ama de casa:
cocina, cuidado de niños, corte y confección, etc. Con quince años muere su
madre. La Guerra Civil cambia su vida, la pérdida de su novio y sus propias
experiencias marcan su carácter pacifista.
En 1939 escribe
su primer relato para niños y lo envía al semanario Maravillas, donde es
publicado y desde ahí es donde empieza ya su actividad hacia la literatura que
la hizo famosa más que todos los que se burlaban, entre sus propios compañeros sobre todo, seguramente por la ceguera e ignorancia intelectualoide de los mismos.