Dos mujeres de diferentes períodos de tiempo y literario: Elizabeth Barrett Browning (1806-1861) como representante de la época victoriana (1832-1901) y Virginia Woolf (1882-1941) como portavoz de la mentalidad modernista (1914-1939).
Elizabeth Barrett 1806 –1861
Virginia Woolf (1882-1941)
Eran mujeres, en
ambos períodos históricos, cuyas sociedades no reconocían el talento y los dones
de las mujeres; comparten muchos de los mismos temas a lo largo de sus obras, sin embargo, es la
época en que escribieron lo que dio forma a sus expresiones de estos temas:
empezaron a fijarse en ellas y su creación, en su lucha por hacerse valer;
ambas de un carácter difícil de someter y refrenar. A pesar de que vivían a sólo décadas de
diferencia y sus mundos aparentemente
diferentes, sus voces se silenciaban o amplificaban de acuerdo con el ritmo de
la sociedad.
Observamos la cantidad de veces que se repiten en las críticas sobre el libro “Flash, una biografia”, que la autora lo escribió después de una mala y fracasada época para intentar relajarse, una fantasía.
Pero es que sus libros han sido también fantasía, pero curiosamente basados, unos en historias que le interesaron e investigó sobre ellas, otras sobre la sociedad y otras, como Orlando, adelantándose a los tiempos.
Veamos el libro:
“Flush. Una biografía“, fue publicada en 1933. El perro existió realmente pues fue un cocker spaniel regalado de cachorro a la poetisa inglesa Elizabeth Barrett , cuando ésta convalecía de una lesión en la columna vertebral, en 1842.
Al tiempo la escritora comenzó a caminar por Londres junto a su perro y cuando se casó con el poeta Robert Browning (1812-1889), Flush se transformó en la mascota familiar. Elizabeth le dedicó el poema “To Flush, my Dog“.
Según parece, el encanto de la obra de la novelista británica radica en la visión de la época victoriana a través de la mirada canina, ya que la escritora se esforzó en posesionar su punto de vista desde los sentidos de un perro. Así por ejemplo, el inicio del romance entre Elizabeth y Browning es sentido por Flush como algo que le desagrada pues siente celos hacia quien le roba parte del cariño de su dueña.
También se
refleja una crítica hacia un tipo del género humano claramente inferior a un
Flush que no necesita de largos y complejos discursos para expresarse, se guía
por un certero instinto y demuestra abiertamente sus sentimientos.
Un tema que no es
original ya que casi todos los grandes escritores, utilizaron el sufrimiento,
el maltrato, la maldad y bajeza de su sociedad narrada a través de un perro: un
ser inocente, fiel, abnegado, casi siempre maltratado sin razón alguna o
simplemente para ser utilizado por mentes enfermas con un complejo sentido de
inferioridad y al mismo tiempo cobardía para hacerlo con sus congéneres por miedo a la ley; igual que
los asesinos en serie pero sin valentía suficiente para llegar a semejante
estado de enajenación.
Pero por otro
lado lo más probable es que Woolf haya recibido la influencia de Pinka, una
perrita que le fue regalada por Vita Sackville-West poco antes de iniciar la
novela. En su diario personal anotó, en 1935, al morir Pinka: “Hay algo de
nuestra vida privada que ha muerto con ella“.
Ya sabes que me muero por los perros que solo tienen un fallo, mueren demasiado pronto.
ResponderEliminarUn millón de abrazos