Nené Padrón, una excelente amiga de la familia, escribió allá por el año 1968 esta historia entre la fantasía y algo de realidad basada en la rígida época victoriana y en dos de sus grande personajes, publicado en el periódico La Razón de Buenos Aires, artículo que ha sido descatalogado o no informatizado.
Míster Barrett no
toleraba satélites masculinos alrededor de su hija mayor. Elizabeth estaba
acostumbrada a aquella reclusión sentimental. Pero Horne era distinto. Horne
era insospechable.
-Míster Horne,
usted sabe cómo lo aprecia papá, es usted su preferido.
Míster Horne
sonrió vagamente.
-Me parece
Elizabeth que la predilección que me demuestra su padre se debe a mi regular
edad, cree que soy demasiado viejo para enamorarme de su hija.
Elizabeth se
sonrojó. Estaba muy bella así, postrada en la poltrona con sus rizos de niña y
su alma de mujer en flor.
-Bueno, míster
Horne. Lo voy a poner a prueba, si no es usted tan viejo como cree papá, se
dejará seducir y se convertirá en mi aliado.
Horne se
parapetó.
-Mi querida miss
Ba, considéreme un hermano mayor.
Ella rio
alegremente.
-Así no, así no
Horne. Todos mis hermanos tienen a papá. Y se trata de pasar un contrabando.
-¿Perfume francés
miss Ba? ¿Algún libro vedado? Acaso… ¿Cartas de amor?
Ella reía feliz
de su travesura.
-Nada de eso.
Algo mucho peor. Necesito que lleve usted mis versos a una revista.
Horne se
sobresaltó.
-¿Va a publicar
miss Ba? Mister Barret no aprobará…
-Pues voy a
publicar en todos los diarios de Londres ¡Seré famosa, Horne…! Elija, papá o yo. Ahora sabré su verdadera edad.
Horne se rindió.
-Llevaré los versos
hoy mismo y que sea lo que Dios y usted quieran, Ba.
***
Mister Barrett era
parco y terminante en las órdenes.
-Elizabeth debe
descansar.
La vieja criada
prefería nombrarla con el apodo familiar.
No lea tanto miss
Ba. Le puede hacer daño.
Elizabeth pensaba
en voz alta.
-Los críticos
alaban mis condiciones, pero objetan mi falta de veracidad –Menos imaginación- dicen. La vida tiene que
palpitar… Yo les daría este sillón para pasar la juventud, esta ventana como
único miraje del mundo y a Byron como único amigo de mi soledad.
La criada se
atrevió a insinuar una esperanza.
-Tal vez para la
primavera se pueda levantar, miss Ba.
Ella suspiró.
-¡Si la primavera
hiciera esos milagros, papá la suprimiría con toda seguridad!
***
La primavera no
hizo ese milagro. Elizabeth no pudo andar. Pero sus versos, en bandadas
bulliciosas, levantaron el vuelo.
-Horne, me alegro
de que papá, lo haya sabido perdonar. Usted es un buen amigo. Le debo esta
felicidad.
-¿Se refiere a la
gloria que ha alcanzado su nombre, Ba-
-No solamente a
la gloria Horne… Quizás le deba algo más...
***
En el silencio de
la casa dormida, Ba leía otra vez aquella carta.
“Señorita. He
leído una y mil veces su libro ¡Estoy loco, arrebatado, feliz! ¡Elizabeth! Amo
sus versos… ¡Y la amo a usted!”
Ba mantuvo el
tumulto de su corazón.
Robert Browning,
el poeta más grande de Inglaterra. Un sueño que nunca se hará realidad.
***
Míster
Barrett era terrible en sus momentos de
cólera.
-Desde cuando
escribe ese hombre ¡Contesta!
-Desde hace dos
años papá.
-¿Le has
correspondido?
-Sí… papá.
-¡Insensata!
Echar a rodar mi nombre como una moneda manoseada ¡Esto se terminó! Te prohíbo
escribirle desde hoy. Esas cartas imprudentes las sabré rescatar. En cuanto a
las suyas las quemaré ahora mismo ¡Entrégamelas!
Elizabeth izó
bandera de combate.
-De ninguna
manera papá. Son más de quinientas. Vendrían los bomberos desde el cuartel central.
***
La familia estaba
consternada.
-¿Qué harás Ba?
-Seguirme
escribiendo con Robert Browning. Él nunca me conocerá. Pero necesito sus
cartas. Mi esperanza estaba muerta y él la hizo resucitar. Ahora sé que se
pueden celebrar los esponsales del espíritu. Ya no deseo nada más.
***
Míster Barrett
midió con fría mirada al visitante.
-Su osadía pasa
los límites de la tolerancia y el buen gusto. Hemos terminado, señor Browning.
El célebre poeta
era un empecinado singular.
-Las razones que
usted tiene para negarme la mano de su hija, ¿atañen a mi buen nombre y honor?
Barrett titubeó.
-No tengo nada
que alegar en su contra. La razón reside en ella misma. Mi hija es una lisiada
y ese matrimonio es una farsa a la que no me puedo prestar.
El visitante no
perdió su aplomo habitual.
-Entonces míster
Barrett, hagamos un pacto. Ba será mía en un plazo de seis meses, siempre que
por sus propios medios salga de esta casa camino del altar.
-¿Algún filtro
milagroso, míster Browning?
-No, señor. Un duelo. Usted luchará por mantenerla encadenada y yo por levantarla de su sillón. Será una batalla entre el bien y el mal.
***
Cuando la vio
bajar, un poco pálida, con su traje de viaje y su nuevo ajuar, míster Barret no
esperó nada ya. Con voz sorda pronunció las palabras de la despedida.
-Te maldigo, que
la tierra que pisas no te vuelva ver pasar.
-Así lo espero,
papá. Jamás regresaré a Inglaterra. Quiero olvidar. Robert me llevará a Italia.
Creo que algún día te podré perdonar.
***
El viajero que
apoyado en la borda contemplaba la costa de Inglaterra que se empezaba a
perfilar, dijo en un suspiro como si hablara al mar.
-No regreso solo,
Ba. Siento que me acompaña tu sombra.
***
Míster Barrett
apenas alcanzó a balbucear.
-Usted.
Usted Robert Browning, asesino de mi
hija. Si nunca hubiese pisado esta casa, Ba hubiera vivido veinte años más…
Browning lo miró
con lástima.
-No esquive la
verdad, señor. Yo me llevé de su casa el
cadáver de Ba y la hice renacer en Italia. Le di diez años de felicidad en los
cuales escribió la obra de su vida. Diez años que cantó como poeta y palpitó
como mujer. Usted la mató en vida ¡Yo la hice inmortal!
(Carta de amor de
Robert a Elizabeth:
O_O Buf, cómo hizo para entenderlo… :)
Robert Wiedeman
Barrett Browning, conocido como Pen
Browning, pintor. Su carrera tuvo un
éxito moderado, fue más conocido como el hijo y heredero de los célebres poetas
ingleses
9 de marzo 1849
Toscana (Italia)-8 de junio 1912 Veneto (Italia)
Robert Browning, fue una persona muy cultivada sobre todo a nivel familiar, se dedicó desde muy joven a escribir pero con obras complejas y de poca repercusión a diferencia de esta historia en que Elizabeth lo considera “el poeta más grande de Inglaterra”, cuando en realidad recién en 1868, a través del largo poema The Ring and the Book, pasa a ser considerado entre los primeros escritores de la poesía inglesa y en la actualidad permanece como tal de la época victoriana. Pero claro había sido el marido de Elizabeth Barrett… Aunque ésta, considerada la mejor poeta en vida comenzó un cierto declive después de su muerte, hasta que fue rescatada otra vez como una de las mejores de la época victoriana…
Y posteriormente Robert dejó una herencia en la literatarura que descubrimos aún hoy en día.
¿Pero... qué hubiese sido
el uno sin el otro?
No obstante, dos extraordinarios poetas que no sólo siguen dejando huellas propias sino su influencia se mantiene en todos que los han seguido. Creando nexos de estilos con los mejores de todos los tiempos hasta el presente)
Notas propias.
No he puesto
biografías porque hay cantidad de ambos.
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